miércoles, 27 de marzo de 2013

De la mano de Cortázar


La primera lectura de este texto estuvo guiada por la posibilidad de preguntar. Cada uno leyó en silencio y escribió una pregunta, la primera que el texto pudiera sugerirle para charlar con lxs demás.

El primero en preguntar fue Gustavo, que parece encontrar un camino para sus lecturas preguntándose siempre sobre qué relación puede encontrar entre lo que cuentan los textos y su/nuestras propia/s vida/s. ¿En qué nos parecemos?, ¿qué cosas tenemos en común? - nos propuso; y para entender su idea agregamos: ...tenemos en común con esa línea que se va asimilando a tantas cosas. En general, charlamos de que el grado de identificación es muy personal: tanto por las vivencias como por nuestra relación con las imágenes de un texto (si nos gusta o no que se hable así de ese tema, por ejemplo).

La pregunta de Fer fue quedando para el final y ya vamos a ver por qué.

Después teníamos un par de preguntas muy parecidas, las de Sofi e Iván. Ambas preguntan por un por qué, tal como se expresaba parecía que preguntaban por qué sucedía eso en el cuento; pero a mí, la profe, me llamó la atención que citaran el texto tal cual: "¿Por qué de la carta sale una línea y corre?, ¿Por qué remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher...? Charlando un poco sobre la pregunta misma, llegamos a la conclusión de que lo que ellxs querían saber era ¿qué significaban estas frases?

Vita y Joni arman hipótesis sobre la historia (que hay que adinar "entre líneas") y nos preguntan para ver si a lxs demás nos resultan posibles. ¿Habrá sido un hombre recibiendo una carta tan deprimente que la letra fue su camino hasta la culata del revólver?, ¿habla de un suicidio? De allí Vita, después de escucharnos charlar sobre el asunto, reformula su pregunta viendo que hay más de una posibilidad para relacionar la carta con el suicidio: ¿qué relación hay entre la carta del principio y el disparo del final? Todos vemos que la relación literal es la línea que el narrador sigue en su relato. Todo parece en ese camino fortuito, azaroso: ¿quiere decir que ese camino es inevitable, porque no forma parte de algo conducido, buscado?, ¿quiere decir que está determinado, que no importa las vueltas que se den para evitarlo, el suceso que deriva de la carta se va a cumplir?, ¿la carta será una escrita por él mismo o por otrx?, ¿es una carta suicida o es una carta homicida?

Ahí fue que -vía una asociación de Vita que nos contó sobre "una línea roja" que en una película o en un libro (no recordaba bien) daba cuenta del límite, de la muerte, que más tarde o más temprano llega- dimos con la pregunta de Rodrigo: "¿Está escrito el destino?" El título nos invitaba a pensar en esa cuestión: las líneas de la mano se leen como forma de adivinación, una de las más importantes es llamada "la línea de la vida". ¿Sería esa línea de la vida, la línea que "se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola"? El título sugiere al mismo tiempo una determinación y una visión, una adivinación: ¿tendría la carta algo que ver con ese conocimiento de lo que sucederá?: podía ser que el suicida anunciara y explicara su propia muerte, podía ser que una revelación en esa carta determinara tamaña decisión... La pregunta de Rodrigo no se dirige solamente al texto, casi que -al contrario- levanta la pregunta que el texto nos hace: si una cosa lleva a la otra con la misma velocidad con la que la línea pasa de un objeto a otro, y así como esa asimilación parece casual o imaginaria, la razón de que una cosa lleve a otra nos parezca incomprensible, inexplicable, sin sentido: ¿cuál es el valor de nuestra acción?, ¿qué podríamos hacer para tener control de nuestra vida?... ¿O el control de nuestra existencia lo tiene un destino fuera de nuestras manos? ... ¡Pero acá es por la propia mano que el hombre muere! ¿Sí?, ¿seguro? ¿No se nos ocurrió pensar en un crimen? Nunca se dice a dónde apunta.

Al fin y al cabo, nos quedó la pregunta de Fer: ¿de qué trata el texto? Para él era la pregunta clave, la del millón, la que nos haríamos todxs. Puede ser, puede ser que las otras preguntas nos hayan llevado a estar respondiendo todo el tiempo la pregunta de Fer. En cuanto a esto, en principio, acordamos que hay preguntas por la historia que no íbamos a poder responder, porque el texto mismo no decía qué pasaba. Pero que sí podíamos responder (habíamos respondido) por unos temas, por unos problemas que el cuento planteaba como sus temas. Podemos decir que el cuento trata sobre el destino, sobre la relación de nuestra voluntad con lo que nos sucede en la vida, sobre el modo no del todo lógico en que las cosas pueden encadenarse o encadenarnos. Flor de temas, me parece.

De hecho, entonces, yo les conté que la tragedia griega es un género teatral muy antiguo que basa todas sus obras en este conflicto humano: aunque todas las historias sean distintas, todas formulan las mismas preguntas.

Cuando terminó la clase les pregunté antes de irme qué creían que habían aprendido hoy. Me encantó la respuesta que partió de Vita: aprendimos a hacer preguntas a los textos. En efecto, revisamos que para preguntar habíamos necesitado un tiempo, una relectura, que preguntar quiere decir de alguna manera construir un saber (no una ignorancia, como a veces se piensa).



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