miércoles, 3 de abril de 2013

¿Qué miramos en los textos? II

Volvimos a releer el cuento de Cortázar "Las líneas de la mano", porque ahora queríamos pararnos un poco a mirar cómo estaba escrito, de qué manera estaba dicho aquello que nos había provocado tantas preguntas la clase anterior.

Yo también tenía una pregunta como profe: ¿qué quería decir algo que muchos repetían?: que el cuento era muy "flashero". ¿Qué queremos decir con eso? Me explicaban que eran muchas imágenes rápidas, que apenas pueden seguirse (con asociaciones psicodélicas y sin ellas). Eso nos llevó una de las características que llamó la atención fue la brevedad: es un relato breve, un mini o microcuento, pero en esas pocas líneas encierra mucho. Charlamos sobre cómo los textos literarios pueden con su capacidad de sugerencia y de hacernos imaginar, dar lugar a una cantidad de ideas y sentidos que sobrepasa largamente la cantidad de palabras con las que eso se nombra. Corto: dice mucho en pocas palabras. Hay muchas expresiones técnicas que hablan de esta cualidad de la Literatura: polisemia (muchos significados), plurivocalidad (muchas voces), opacidad del lenguaje (no se llega rápidamente a un significado porque están por delante las palabras y un uso especial de ellas llamándonos la atención).



 Pero eso también genera una exigencia para lxs lectores que no tenemos todo los significados ahí, como regalados... Hay que hacer un trabajo para que el texto se deje leer. Iván, y también Joni, destacaron que el texto nos deja que lo leamos a nuestra manera, que nos pide que lo completemos y nos imaginemos la historia. Les explico que, en efecto, Cortázar -como otrxs escritorxs de su época- creían que la obra debía estar abierta al lector, debía ponerlo en lugar de lector cómplice de la creación; casi como quien nos propone un juego. Por eso, aunque muchxs como Sofi se preguntaran ¡¿pero qué quiso decir Cortázar?!, más allá de todo lo que leemos nosotrxs, vamos a tener que conformarnos con no resolver ese misterio: probablemente nadie, ni el autor mismo sabe siempre todo lo que un texto puede decir. (Querer decir, no quiere nada, porque los textos no tienen voluntad; solo nosotrxs.)

Luego de hacernos estas preguntas sobre nuestra manera de relacionarnos con los textos, empezamos a mirar por adentro el texto mismo. Así encontramos un par de características interesantes que se conectan: leemos como detectives que vamos con el narrador perguiendo esa línea escurridiza. Hay algo de policial en el campo semántico (serie de palabras que apuntan todas al mismo sentido) con el que se habla de ella y se la personifica (porque las líneas no saltan ni escapan, ¿no?): "basta mirar para descubrir", "por fin escapa", "ahí es difícil seguirla", "se guarece". Son todas palabras que sugieren una persecusión y una fuga. Y entonces, ahí fue que se preguntaron si la línea no sería la metáfora del rastro de un hombre, si ese camino de la línea no es acaso el camino de alguien perseguido. (Ahora pienso en el sentido que le damos vulgarmente a "perseguido" por "paranoico" y me parece que también puede servirnos para leer esta historia.). Joni hizo una propuesta excelente: que los contactos en los que la línea se va confundiendo con diferentes cosas resultan puntos de una figura que vamos armando, que equivaldrían a los indicios que interpreta un detective.

Esto llevó a notar una diferencia importante entre este cuento y "Borges y yo": mientras que el de Borges tenía una narración que andaba al mismo tiempo en los dos andariveles de la 1° y la 3° persona, como dice Joni "mirándose a sí mismo", aquí, en el de Cortázar, tenemos claramente un relato en 3° con un narrador que deja ver su subjetividad en la manera de nombrar lo que hace la línea (ese campo semántico que citamos arriba de la fuga) y que, aunque nunca diga "yo", parece contar su propia persecusión: "es difícil seguirla", "pero con atención se la verá", "solo las ratas la siguen"... Parece claro que el narrador se mueve detrás de ella. ¿Es la línea una mujer???


Y en estos verbos que nombran las acciones volvemos a encontrar el presente que en el cuento de Borges. Este cuento de Cortázar recuerda el ejemplo que dimos del relato deportivo: esa narración en presente que nos hace la ilusión de que estamos escuchando las cosas en tiempo real según suceden. ¿Se acuerdan que hablamos de algunos abuelos que todavía apagan el sonido del televisor y miran el partido escuchando el relato de la radio?

El presente acerca el relato a la descripción porque se va contando lo que sucede como si no se supiera hacia dónde conduce o siquiera si conduce a algo: esa línea va asociando objetos de manera fortuita, según aparecen por el azar, pero al mismo tiempo hay un camino. Para leer este cuento tenemos que "ver" las imágenes que produce. Jugamos a ver esa línea en el aula entre nosotrxs.


Para finalizar, hicimos la prueba de hacer un registro de lo que se había hablado en estos dos días: como si fuera un resumen, una suerte de apunte pero hecho después, con lo que podíamos recordar. Nos quedó esto:
Leyendo el cuento de Julio Cortazar "Las líneas de la mano" surgieron muchas preguntas: sobre de qué se trataba, sobre el significado de la línea; sobre cómo estaba escrito: en qué persona, el uso de los tiempos. Sobre todo esto debatimos entre todos según lo que pensaba cada uno.
        Después de releerlo , observando la forma en la que está escrito el texto, pensamos que los lectores somos como detectives que sigen esa línea y nos imaginamos la historia cuyo sentido el autor nos dejó más como preguntas que como respuestas.

Ilustré la nota con imágenes de cuadros de Salvador Dalí, un maestro de la pintura, en cuyas obras las líneas también hacen que unas cosas se vayan haciendo aparecer otras, derivándose imaginariamente.