miércoles, 3 de abril de 2013

¿Qué miramos en los textos? II

Volvimos a releer el cuento de Cortázar "Las líneas de la mano", porque ahora queríamos pararnos un poco a mirar cómo estaba escrito, de qué manera estaba dicho aquello que nos había provocado tantas preguntas la clase anterior.

Yo también tenía una pregunta como profe: ¿qué quería decir algo que muchos repetían?: que el cuento era muy "flashero". ¿Qué queremos decir con eso? Me explicaban que eran muchas imágenes rápidas, que apenas pueden seguirse (con asociaciones psicodélicas y sin ellas). Eso nos llevó una de las características que llamó la atención fue la brevedad: es un relato breve, un mini o microcuento, pero en esas pocas líneas encierra mucho. Charlamos sobre cómo los textos literarios pueden con su capacidad de sugerencia y de hacernos imaginar, dar lugar a una cantidad de ideas y sentidos que sobrepasa largamente la cantidad de palabras con las que eso se nombra. Corto: dice mucho en pocas palabras. Hay muchas expresiones técnicas que hablan de esta cualidad de la Literatura: polisemia (muchos significados), plurivocalidad (muchas voces), opacidad del lenguaje (no se llega rápidamente a un significado porque están por delante las palabras y un uso especial de ellas llamándonos la atención).



 Pero eso también genera una exigencia para lxs lectores que no tenemos todo los significados ahí, como regalados... Hay que hacer un trabajo para que el texto se deje leer. Iván, y también Joni, destacaron que el texto nos deja que lo leamos a nuestra manera, que nos pide que lo completemos y nos imaginemos la historia. Les explico que, en efecto, Cortázar -como otrxs escritorxs de su época- creían que la obra debía estar abierta al lector, debía ponerlo en lugar de lector cómplice de la creación; casi como quien nos propone un juego. Por eso, aunque muchxs como Sofi se preguntaran ¡¿pero qué quiso decir Cortázar?!, más allá de todo lo que leemos nosotrxs, vamos a tener que conformarnos con no resolver ese misterio: probablemente nadie, ni el autor mismo sabe siempre todo lo que un texto puede decir. (Querer decir, no quiere nada, porque los textos no tienen voluntad; solo nosotrxs.)

Luego de hacernos estas preguntas sobre nuestra manera de relacionarnos con los textos, empezamos a mirar por adentro el texto mismo. Así encontramos un par de características interesantes que se conectan: leemos como detectives que vamos con el narrador perguiendo esa línea escurridiza. Hay algo de policial en el campo semántico (serie de palabras que apuntan todas al mismo sentido) con el que se habla de ella y se la personifica (porque las líneas no saltan ni escapan, ¿no?): "basta mirar para descubrir", "por fin escapa", "ahí es difícil seguirla", "se guarece". Son todas palabras que sugieren una persecusión y una fuga. Y entonces, ahí fue que se preguntaron si la línea no sería la metáfora del rastro de un hombre, si ese camino de la línea no es acaso el camino de alguien perseguido. (Ahora pienso en el sentido que le damos vulgarmente a "perseguido" por "paranoico" y me parece que también puede servirnos para leer esta historia.). Joni hizo una propuesta excelente: que los contactos en los que la línea se va confundiendo con diferentes cosas resultan puntos de una figura que vamos armando, que equivaldrían a los indicios que interpreta un detective.

Esto llevó a notar una diferencia importante entre este cuento y "Borges y yo": mientras que el de Borges tenía una narración que andaba al mismo tiempo en los dos andariveles de la 1° y la 3° persona, como dice Joni "mirándose a sí mismo", aquí, en el de Cortázar, tenemos claramente un relato en 3° con un narrador que deja ver su subjetividad en la manera de nombrar lo que hace la línea (ese campo semántico que citamos arriba de la fuga) y que, aunque nunca diga "yo", parece contar su propia persecusión: "es difícil seguirla", "pero con atención se la verá", "solo las ratas la siguen"... Parece claro que el narrador se mueve detrás de ella. ¿Es la línea una mujer???


Y en estos verbos que nombran las acciones volvemos a encontrar el presente que en el cuento de Borges. Este cuento de Cortázar recuerda el ejemplo que dimos del relato deportivo: esa narración en presente que nos hace la ilusión de que estamos escuchando las cosas en tiempo real según suceden. ¿Se acuerdan que hablamos de algunos abuelos que todavía apagan el sonido del televisor y miran el partido escuchando el relato de la radio?

El presente acerca el relato a la descripción porque se va contando lo que sucede como si no se supiera hacia dónde conduce o siquiera si conduce a algo: esa línea va asociando objetos de manera fortuita, según aparecen por el azar, pero al mismo tiempo hay un camino. Para leer este cuento tenemos que "ver" las imágenes que produce. Jugamos a ver esa línea en el aula entre nosotrxs.


Para finalizar, hicimos la prueba de hacer un registro de lo que se había hablado en estos dos días: como si fuera un resumen, una suerte de apunte pero hecho después, con lo que podíamos recordar. Nos quedó esto:
Leyendo el cuento de Julio Cortazar "Las líneas de la mano" surgieron muchas preguntas: sobre de qué se trataba, sobre el significado de la línea; sobre cómo estaba escrito: en qué persona, el uso de los tiempos. Sobre todo esto debatimos entre todos según lo que pensaba cada uno.
        Después de releerlo , observando la forma en la que está escrito el texto, pensamos que los lectores somos como detectives que sigen esa línea y nos imaginamos la historia cuyo sentido el autor nos dejó más como preguntas que como respuestas.

Ilustré la nota con imágenes de cuadros de Salvador Dalí, un maestro de la pintura, en cuyas obras las líneas también hacen que unas cosas se vayan haciendo aparecer otras, derivándose imaginariamente.

miércoles, 27 de marzo de 2013

De la mano de Cortázar


La primera lectura de este texto estuvo guiada por la posibilidad de preguntar. Cada uno leyó en silencio y escribió una pregunta, la primera que el texto pudiera sugerirle para charlar con lxs demás.

El primero en preguntar fue Gustavo, que parece encontrar un camino para sus lecturas preguntándose siempre sobre qué relación puede encontrar entre lo que cuentan los textos y su/nuestras propia/s vida/s. ¿En qué nos parecemos?, ¿qué cosas tenemos en común? - nos propuso; y para entender su idea agregamos: ...tenemos en común con esa línea que se va asimilando a tantas cosas. En general, charlamos de que el grado de identificación es muy personal: tanto por las vivencias como por nuestra relación con las imágenes de un texto (si nos gusta o no que se hable así de ese tema, por ejemplo).

La pregunta de Fer fue quedando para el final y ya vamos a ver por qué.

Después teníamos un par de preguntas muy parecidas, las de Sofi e Iván. Ambas preguntan por un por qué, tal como se expresaba parecía que preguntaban por qué sucedía eso en el cuento; pero a mí, la profe, me llamó la atención que citaran el texto tal cual: "¿Por qué de la carta sale una línea y corre?, ¿Por qué remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher...? Charlando un poco sobre la pregunta misma, llegamos a la conclusión de que lo que ellxs querían saber era ¿qué significaban estas frases?

Vita y Joni arman hipótesis sobre la historia (que hay que adinar "entre líneas") y nos preguntan para ver si a lxs demás nos resultan posibles. ¿Habrá sido un hombre recibiendo una carta tan deprimente que la letra fue su camino hasta la culata del revólver?, ¿habla de un suicidio? De allí Vita, después de escucharnos charlar sobre el asunto, reformula su pregunta viendo que hay más de una posibilidad para relacionar la carta con el suicidio: ¿qué relación hay entre la carta del principio y el disparo del final? Todos vemos que la relación literal es la línea que el narrador sigue en su relato. Todo parece en ese camino fortuito, azaroso: ¿quiere decir que ese camino es inevitable, porque no forma parte de algo conducido, buscado?, ¿quiere decir que está determinado, que no importa las vueltas que se den para evitarlo, el suceso que deriva de la carta se va a cumplir?, ¿la carta será una escrita por él mismo o por otrx?, ¿es una carta suicida o es una carta homicida?

Ahí fue que -vía una asociación de Vita que nos contó sobre "una línea roja" que en una película o en un libro (no recordaba bien) daba cuenta del límite, de la muerte, que más tarde o más temprano llega- dimos con la pregunta de Rodrigo: "¿Está escrito el destino?" El título nos invitaba a pensar en esa cuestión: las líneas de la mano se leen como forma de adivinación, una de las más importantes es llamada "la línea de la vida". ¿Sería esa línea de la vida, la línea que "se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola"? El título sugiere al mismo tiempo una determinación y una visión, una adivinación: ¿tendría la carta algo que ver con ese conocimiento de lo que sucederá?: podía ser que el suicida anunciara y explicara su propia muerte, podía ser que una revelación en esa carta determinara tamaña decisión... La pregunta de Rodrigo no se dirige solamente al texto, casi que -al contrario- levanta la pregunta que el texto nos hace: si una cosa lleva a la otra con la misma velocidad con la que la línea pasa de un objeto a otro, y así como esa asimilación parece casual o imaginaria, la razón de que una cosa lleve a otra nos parezca incomprensible, inexplicable, sin sentido: ¿cuál es el valor de nuestra acción?, ¿qué podríamos hacer para tener control de nuestra vida?... ¿O el control de nuestra existencia lo tiene un destino fuera de nuestras manos? ... ¡Pero acá es por la propia mano que el hombre muere! ¿Sí?, ¿seguro? ¿No se nos ocurrió pensar en un crimen? Nunca se dice a dónde apunta.

Al fin y al cabo, nos quedó la pregunta de Fer: ¿de qué trata el texto? Para él era la pregunta clave, la del millón, la que nos haríamos todxs. Puede ser, puede ser que las otras preguntas nos hayan llevado a estar respondiendo todo el tiempo la pregunta de Fer. En cuanto a esto, en principio, acordamos que hay preguntas por la historia que no íbamos a poder responder, porque el texto mismo no decía qué pasaba. Pero que sí podíamos responder (habíamos respondido) por unos temas, por unos problemas que el cuento planteaba como sus temas. Podemos decir que el cuento trata sobre el destino, sobre la relación de nuestra voluntad con lo que nos sucede en la vida, sobre el modo no del todo lógico en que las cosas pueden encadenarse o encadenarnos. Flor de temas, me parece.

De hecho, entonces, yo les conté que la tragedia griega es un género teatral muy antiguo que basa todas sus obras en este conflicto humano: aunque todas las historias sean distintas, todas formulan las mismas preguntas.

Cuando terminó la clase les pregunté antes de irme qué creían que habían aprendido hoy. Me encantó la respuesta que partió de Vita: aprendimos a hacer preguntas a los textos. En efecto, revisamos que para preguntar habíamos necesitado un tiempo, una relectura, que preguntar quiere decir de alguna manera construir un saber (no una ignorancia, como a veces se piensa).



jueves, 21 de marzo de 2013

¿Qué miramos en los textos?

Hoy íbamos a escribir una suerte de resumen de lo que habíamos charlado sobre "Borges y yo", entonces, empezamos a anotar ideas en el pizarrón y al final, pensamos un montón, nos planteamos unas cuantas preguntas y... nuestra escritura fue apenas la de unos apuntes. ¡Pero tan llenos de conocimientos!

Entre otras cosas, aprendimos que empezar a escribir sobre un tema lleva a revisarlo, a profundizarlo, para encontrar bien qué decir.




La pregunta era ¿qué vamos a decir?, ¿qué fuimos comentando hasta ahora sobre el texto "Borges y yo"?, ¿qué notamos en él? Gustavo propuso que podíamos hablar de una interpretación del título. Luego fuimos viendo que podíamos describir cómo estaba escrito: habíamos notado que es una prosa (palabra que aprendimos de Borges) breve; nos había llamado la atención que estaba escrito de un modo raro porque hablaba de sí mismo al mismo tiempo en primera y en tercera persona (Jonathan se acordó de la observación al respecto de Gustavo); Sofía propuso que incluyéramos aquellos aspectos que nos gustaron o nos impresionaron mucho o conmovieron (aunque no nos gustaran).

Entonces, yo les pregunté qué tipo de prosa era, a qué se parecía. En relación con ese cruce de personas gramaticales que hace al mirarse a sí mismo, Fernando habló de "autodescripción" tratando de encontrar una palabra para algo que empezaba a poder pensar. Tal cual, y la palabra es "autorretrato". Pensamos en las fotografías que nos hacemos a nosotrxs mismxs con el celular, en los cuadros pintados sobre personajes famosos y fuimos viendo la diferencia entre un retrato (de otro) y un autorretrato.

Pero Borges no solamente describe sino que narra parte de su vida, cómo la fue cediendo, cómo se fue perdiendo en Borges. Así que eso nos llevó a la "autobiografía", que es el relato de la propia vida. Y por este camino, a la diferencia entre narrar (contar qué pasó) y describir (decir cómo es/era algo). Como hay mucha relación entre narración y descripción, porque al fin y al cabo, es muy difícil hacer una sin la otra, nos costaba llegar a separarlas.

Entonces, les hice "la pregunta del millón": ¿es ficcional o no ficcional el texto de Borges que leímos? Y ahí tuvimos una larga y muy profunda charla en pocos minutos (o sea, hablamos un montón, todxs juntxs, un poco encimadxs, recordando un montón de cosas distintas) sobre qué es la ficción y llegamos a un problema mayor: que lo ficcional depende de cómo creemos las cosas, que nuestra percepción de lo que es real o lo que es inventado y cómo, depende de nuestras creencias más que de la realidad.

Bruno se acordó de un gran video de una cobertura de Crónica TV en el que juega adrede con nuestra credibilidad y también con el sentido de un simulacro (se hace todo como si un accidente o siniestro fuera real pero de manera fingida, ficcional, para probar si estamos preparados y con los recursos para enfrentar la situación si ocurriera de verdad). La verdad, la asociación es perfecta: ante las ficciones, aunque sabemos que no se trata de realidades, nos compenetramos y nos implicamos como si fueran realidad (al menos cuando aceptamos el pacto y jugamos a que creemos). Una cosa que queda clara con esta asociación es que las ficciones no son gratuitas, tienen un sentido, nos son necesarias. Necesitamos imaginar, necesitamos inventar y compartir esas imaginaciones e invenciones. Necesitamos algo que creamos que no es real desde donde imaginar cómo podríamos cambiar la realidad, qué cosas que no hacemos podríamos hacer (esa "fuga" de la que habla el "yo" de Borges), que otras posibilidades podrían existir y podríamos hacer realidad.



A Iván esto le hizo acordar de unos videos raros que vio en youtube, donde aparece en un supermercado una luz que cae con forma de humano y la explicación supuestamente es la de que encuentran un ángel caído. Lo que vemos en la nota que presenta el video (está acá abajo) es que hay una discusión sobre la veracidad de la filmación: hay especialistas que estuvieron tratando de encontrar cómo estaría editado el video. ¿Por qué? Si yo creo en ángeles y en que algunos pueden caer, tal vez, crea este video como un registro documental; si yo no creo en ángeles, voy a pensar que el video es una ficción, que hay efectos especiales que me hacen ver lo que no sucedió, igual que en las películas fantásticas. El estudio de la forma de confección del video puede permitirme ganar confianza o desconfianza en lo que muestra como verdadero. Ahora, nada me quita creer en ángeles y dudar en que puedan ser filmados y seguir creyendo que el video es una mentira.



Todo esto dio para hablar bastante de religión, de creencias, de la relación con la verdad y volvimos a charlar aquello de las mitologías, de hace una semana.

Es interesante todo esto porque el juego de dudas acerca de la realidad que se desdobla en ilusiones y  nuestra relación con la imagen de Dios son temas que a Borges le encantan y que trabaja en muchos de sus textos.

Un regalito de remate, para pensar lo que nuestra modernidad le agrega a un problema de siempre para la humanidad:



miércoles, 20 de marzo de 2013

Borges y nosotros

Hoy pasó algo que a mí, como profe, me encantó. ¿A Uds.? Los vi escribir por primera vez y tuve un regalo: que algunos de Uds. quisieran seguir trabajando cuando tocó el timbre, que la clase les hubiera parecido corta. Me alegra cuando no se aburren, pero además, cuando se comprometen con su trabajo.

Conocí a algunxs de lxs nuevxs compañerxs, cada vez somos más y por eso, nos cambiaron de aula. Ahora tenemos con nosotrxs a Nahuel, Martín, Iván y Melina.

¿Qué escribimos? La consigna era tomar el texto de Borges y pedirle prestadas las palabras que nos sirvieran para hablar de nosotros mismos como Borges habla de sí, mirándose a sí mismo -como explicó muy bien Jonathan.



Los textos que escribieron son  todos realmente muy intensos, muy honestos, muy Uds. y me permitieron conocerlxs un poco más. Al mismo tiempo cada uno realiza la consigna de un modo personal: algunxs siguieron palabra a palabra la forma del texto de Borges, se apoyaron muy bien en él; otrxs lo tomaron como inspiración, sobre todo en relación con el contenido, pero no siguieron la forma de la escritura tanto.

Muy generosamente, Bruno y Gustavo aceptaron compartir sus textos, que gustaron mucho, porque realmente estaban muy bien pensados y eran muy expresivos. Entonces, charlamos sobre la posibilidad de ir animándonos a leer nuestros textos y a escuchar y charlar entre compañerxs sobre lo que escribimos, sin miedo, con respeto unxs de otrxs, para valorarnos entre todxs.

jueves, 14 de marzo de 2013

Las palabras de Borges y yo

Hoy somos más: se sumaron Bruno, Vitalia, Mauro y Edelmira. Nos dedicamos toda la clase a releer el relato de Borges y a revisar las palabras sobre las que queríamos saber más. Cada uno subrayó unas cuantas.

El enlace tiene el cuento de Borges con los comentarios sobre el vocabulario, que fuimos haciendo entre todxs, entre la primera y la tercera lectura.

 Ahora, me da mucha curiosidad, cómo sabían, de dónde, algunas cosas sobre las que no preguntaron: ¿qué son los relojes de arena?, ¿qué es "lo infinito"?

miércoles, 13 de marzo de 2013

Borges y yo


Empezamos y empezamos leyendo.

Un texto de un autor argentino, Jorge Luis Borges, que algunxs de nosotrxs escucharon nombrar alguna vez pero del que sabemos muy poco.

Entonces, Verónica, nos cuenta algo de su historia: Borges nació en 1899 en Buenos Aires, y vivió su infancia y juventud entre los barrios alejados de la Ciudad y Europa. Parece que en esa época barrios que hoy son populosos y muy urbanos eran las afueras, una zona en la que la Ciudad era pequeña y el campo grande, más que ahora, y le llegaba a pisar los talones.



 Este video nos muestra un recorrido por un Buenos Aires parecido al que conoció Borges en su juventud.

Otra cosa que nos asombra es que desde muy joven Borges empezó a perder la visión -por una enfermedad heredada de su padre- y que buena parte de su literatura la escribió ya siendo ciego.

¿Cómo leía?: ¿en Braile? -pregunta Jonathan. -¿Cómo hacía para escribir?

Y así nos enteramos de que leía y escribía con la ayuda de otrxs, sobre todo de su madre, mientras ella vivió, pero también de amigxs y de alumnxs de la Facultad de Filosofía y Letras donde enseñaba Literatura Inglesa. Además, parece que Borges era muy accesible y que si alguien lo visitaba, sin conocerlo, aun sin previo aviso, Borges lo atendía y de paso, lo hacía que le leyera algún parrafo hasta que le daban ganas de pensar y pedía que se detuviera la lectura para meditarla.

Y entonces, nos pusimos a leer un relato suyo muy breve: "Borges y yo" (si hacés clic en el enlace subrayado, vas a poder leer el cuento).

El cuento lo leyó la profe en voz alta y nosotrxs íbamos siguiendo el texto porque teníamos una copia.

Apenas terminamos de leer, Vero nos miró: -A ver... ¿qué se dicen?

Nosotrxs volvimos en silencio la mirada al texto. ¿No sabíamos por dónde empezar o no sabíamos poner en palabras? 

Unos segundos después, Fernando relee la última oración, esa de "No sé cuál de los dos escribe esta página." Y hace una pregunta buenísima: ¿cuáles dos? Fernando pasea entre los pronombres y los nombres. Piensa: ¿Borges y Spinoza?, ¿Borges y El Hacedor? (porque al final del texto aparece "El hacedor" que es el título del libro en el que se publicó el cuento). Jonathan no lo duda ni un poco: Es Borges y él mismo, como si no supiera del todo quién es. Y Gustavo arriesga otra: son Borges y nosotros (porque nos identificamos con ese "yo" del título, es algo que vamos a empezar a charlar enseguida).

Charlamos sobre nuestra identificación con ese "yo", ¿qué es para nosotrxs aquello de lo que habla Borges? Charlamos de lo que cuesta cambiar, animarse a ser otros, buscar más vida para vivir (Sofi relaciona con esto la mención de la fuga, al final del texto: "ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro").

Entonces, Vero nos pide que leamos otra vez y que cada uno elija una frase para pararnos a pensar, tal como hizo Fernando; que la marquemos para charlar después. Releemos en silencio y marcamos. Algunas frases nos gustan, otras nos intrigan, sospechamos que tienen mucho para hablar, en otras no entendemos una palabra (o ninguna, je).

El texto recortado por nuestra lectura queda así:

Matías: -"Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel..."
Fernando, Jonathan, Mara: - "Yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica."
Sofi: -"Pero esas páginas no me pueden salvar..."
Luz y Gustavo: -"Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.
Mauro: -"Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar."
Edelmira: -"Pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra."
Sofi: -"Hace años yo traté de librarme de él..."
Osvaldo: -"Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro."

(Como ven, hoy ya somos más: hemos sumado tres compañerxs: Matías, Mauro y Edelmira.)

Estas frases rescatadas nos hicieron pensar charlando sobre ese extraño hablar de sí mismo en tercera persona; sobre la otra cara, la íntima, de las personas públicas, que tienen un nombre que es el que nosotrxs les damos más que el propio. Hablamos de decepciones ante declaraciones de personas que admiramos y que un día nos dan un poco de vergüenza; por ejemplo, a Gustavo le pasó con el Polaco, cuando admitió que no se había hecho cargo de la paternidad con Karina. También recordamos que Maradona habla de sí en tercera persona.
Nos demoramos en eso de "dejarse vivir en otro"; "dejarse vivir" es al mismo tiempo como un permiso, algo que uno se da la licencia de hacer; pero acá también suena a que el otro vive por él, Borges gasta la vida de ese "yo". A lo mejor son las dos cosas juntas. Gustavo dice que es como un trueque, "yo" entrega su vida a cambio de un "instante" de supervivencia en la literatura de "Borges". Es como una ofrenda. Pensamos en nosotrxs mismxs: conociendo a ese yo y sus conflictos gracias a Borges y su relato. Por eso ese no saber cuál de los dos escribe esa página. Pensamos en el arte, en los artistas, en cómo nos conmueven, en cómo nos hablan a través de los siglos. Aquí Sofi dio una vuelta de tuerca interesante: pensando en el padre de Borges, que también era escritor, y que nadie conocía hoy si no hubiera sido por el arte de su hijo. En los hijos a lo mejor nos dejamos vivir, también, y nos salvan un instante de ese "perderse definitivamente".

Con todo esto, Fernando señala: "ya sabe que se va a morir" y vemos que esa conciencia no tiene por qué llegar ante la enfermedad o la vejez, que hay sucesos, miedos que nos enfrentan temprano al miedo de morirnos.

Pero ese juego entre "yo" y "el otro" también nos hace pensar en nosotrxs mismxs, cuando queremos cambiar, cuando no somos lo que lxs demás piensan o dicen de nosotrxs, cuando necesitamos encontrar algo más que vivir que lo que ya conocemos. "Yo y el otro", ese nosotros dentro, del que habló primero Gustavo.

Y también charlamos de esa otra Buenos Aires, en la que se crió Borges, con casas que tenían cosas raras, como zaguanes y puertas cancel. Una Buenos Aires que algunos confesamos mirar en los viejos balcones o portones que nos asombran, porque a veces, como el "yo" de Borges en sus paseos, nos detenemos a mirar.
 

jueves, 7 de marzo de 2013

Primer día de clases

Hoy nos conocimos (algunxs, lxs que empezamos temprano).

Nos miramos y somos...

Mara y Osvaldo. Los decimos juntos porque están ellxs todo el tiempo juntxs: son hermanxs. Mara tiene 18 y Osvaldo 17. Ella ya es mamá de una beba, Maia, de diez meses. No trabajan por ahora y quieren dedicarse a estudiar para terminar el secundario: ella por su hijo, él porque ya lo incomoda que sus amigxs están casi por terminar la escuela y quiere acercarse a ese punto en su propia historia.

Luz. Tiene 16 y unos ojos estrellados. Fernando, de 16, percusionista en una de las orquestas juveniles de la Ciudad. Jonathan, otro que hace por tercera vez 1° año, hincha de Arsenal.

Sofi tiene 19, canta y viene de un CBO, así que está esperando que le reconozcan el nivel de educación. La queremos, pero a lo mejor se despida de nosotrxs en unos días para pasar a un curso superior. Le gusta estudiar, se reconoce como buena alumna.

Gustavo tiene la misma edad de Sofi y parece aún más grande. Es que ha vivido mucho. Y trabaja, muchas horas, casi todos los días de la semana. Nos sorprendemos porque vive en Rodríguez, y trabaja en La Reja, todo a dos horas de viaje de distancia de la escuela. Es que él vivía en nuestro barrio, Balvanera, hasta hace muy poco y no consiguió vacantes más cerca de su casa actual.

¿Cuántxs compañerxs más conoceremos en estos días?

Hablamos un poquito de cómo vamos a trabajar, de qué nos va a interesar más mientras aprendamos Lengua y Literatura, de qué nos hacen sentir las instancias de evaluación.