miércoles, 13 de marzo de 2013

Borges y yo


Empezamos y empezamos leyendo.

Un texto de un autor argentino, Jorge Luis Borges, que algunxs de nosotrxs escucharon nombrar alguna vez pero del que sabemos muy poco.

Entonces, Verónica, nos cuenta algo de su historia: Borges nació en 1899 en Buenos Aires, y vivió su infancia y juventud entre los barrios alejados de la Ciudad y Europa. Parece que en esa época barrios que hoy son populosos y muy urbanos eran las afueras, una zona en la que la Ciudad era pequeña y el campo grande, más que ahora, y le llegaba a pisar los talones.



 Este video nos muestra un recorrido por un Buenos Aires parecido al que conoció Borges en su juventud.

Otra cosa que nos asombra es que desde muy joven Borges empezó a perder la visión -por una enfermedad heredada de su padre- y que buena parte de su literatura la escribió ya siendo ciego.

¿Cómo leía?: ¿en Braile? -pregunta Jonathan. -¿Cómo hacía para escribir?

Y así nos enteramos de que leía y escribía con la ayuda de otrxs, sobre todo de su madre, mientras ella vivió, pero también de amigxs y de alumnxs de la Facultad de Filosofía y Letras donde enseñaba Literatura Inglesa. Además, parece que Borges era muy accesible y que si alguien lo visitaba, sin conocerlo, aun sin previo aviso, Borges lo atendía y de paso, lo hacía que le leyera algún parrafo hasta que le daban ganas de pensar y pedía que se detuviera la lectura para meditarla.

Y entonces, nos pusimos a leer un relato suyo muy breve: "Borges y yo" (si hacés clic en el enlace subrayado, vas a poder leer el cuento).

El cuento lo leyó la profe en voz alta y nosotrxs íbamos siguiendo el texto porque teníamos una copia.

Apenas terminamos de leer, Vero nos miró: -A ver... ¿qué se dicen?

Nosotrxs volvimos en silencio la mirada al texto. ¿No sabíamos por dónde empezar o no sabíamos poner en palabras? 

Unos segundos después, Fernando relee la última oración, esa de "No sé cuál de los dos escribe esta página." Y hace una pregunta buenísima: ¿cuáles dos? Fernando pasea entre los pronombres y los nombres. Piensa: ¿Borges y Spinoza?, ¿Borges y El Hacedor? (porque al final del texto aparece "El hacedor" que es el título del libro en el que se publicó el cuento). Jonathan no lo duda ni un poco: Es Borges y él mismo, como si no supiera del todo quién es. Y Gustavo arriesga otra: son Borges y nosotros (porque nos identificamos con ese "yo" del título, es algo que vamos a empezar a charlar enseguida).

Charlamos sobre nuestra identificación con ese "yo", ¿qué es para nosotrxs aquello de lo que habla Borges? Charlamos de lo que cuesta cambiar, animarse a ser otros, buscar más vida para vivir (Sofi relaciona con esto la mención de la fuga, al final del texto: "ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro").

Entonces, Vero nos pide que leamos otra vez y que cada uno elija una frase para pararnos a pensar, tal como hizo Fernando; que la marquemos para charlar después. Releemos en silencio y marcamos. Algunas frases nos gustan, otras nos intrigan, sospechamos que tienen mucho para hablar, en otras no entendemos una palabra (o ninguna, je).

El texto recortado por nuestra lectura queda así:

Matías: -"Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel..."
Fernando, Jonathan, Mara: - "Yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica."
Sofi: -"Pero esas páginas no me pueden salvar..."
Luz y Gustavo: -"Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.
Mauro: -"Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar."
Edelmira: -"Pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra."
Sofi: -"Hace años yo traté de librarme de él..."
Osvaldo: -"Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro."

(Como ven, hoy ya somos más: hemos sumado tres compañerxs: Matías, Mauro y Edelmira.)

Estas frases rescatadas nos hicieron pensar charlando sobre ese extraño hablar de sí mismo en tercera persona; sobre la otra cara, la íntima, de las personas públicas, que tienen un nombre que es el que nosotrxs les damos más que el propio. Hablamos de decepciones ante declaraciones de personas que admiramos y que un día nos dan un poco de vergüenza; por ejemplo, a Gustavo le pasó con el Polaco, cuando admitió que no se había hecho cargo de la paternidad con Karina. También recordamos que Maradona habla de sí en tercera persona.
Nos demoramos en eso de "dejarse vivir en otro"; "dejarse vivir" es al mismo tiempo como un permiso, algo que uno se da la licencia de hacer; pero acá también suena a que el otro vive por él, Borges gasta la vida de ese "yo". A lo mejor son las dos cosas juntas. Gustavo dice que es como un trueque, "yo" entrega su vida a cambio de un "instante" de supervivencia en la literatura de "Borges". Es como una ofrenda. Pensamos en nosotrxs mismxs: conociendo a ese yo y sus conflictos gracias a Borges y su relato. Por eso ese no saber cuál de los dos escribe esa página. Pensamos en el arte, en los artistas, en cómo nos conmueven, en cómo nos hablan a través de los siglos. Aquí Sofi dio una vuelta de tuerca interesante: pensando en el padre de Borges, que también era escritor, y que nadie conocía hoy si no hubiera sido por el arte de su hijo. En los hijos a lo mejor nos dejamos vivir, también, y nos salvan un instante de ese "perderse definitivamente".

Con todo esto, Fernando señala: "ya sabe que se va a morir" y vemos que esa conciencia no tiene por qué llegar ante la enfermedad o la vejez, que hay sucesos, miedos que nos enfrentan temprano al miedo de morirnos.

Pero ese juego entre "yo" y "el otro" también nos hace pensar en nosotrxs mismxs, cuando queremos cambiar, cuando no somos lo que lxs demás piensan o dicen de nosotrxs, cuando necesitamos encontrar algo más que vivir que lo que ya conocemos. "Yo y el otro", ese nosotros dentro, del que habló primero Gustavo.

Y también charlamos de esa otra Buenos Aires, en la que se crió Borges, con casas que tenían cosas raras, como zaguanes y puertas cancel. Una Buenos Aires que algunos confesamos mirar en los viejos balcones o portones que nos asombran, porque a veces, como el "yo" de Borges en sus paseos, nos detenemos a mirar.
 

2 comentarios:

  1. Yo quiero participar de este Blog, me gustó y quería pensar un poco el tema de Borges desprendiéndose de Borges. Después de reecontrarme con el texto y detenderme en la frase "esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición" me gustaría proponer una mirada en la cual ese Borges que escribe es distinto del Borges autor. Es lindo pensarlo de esta manera, en el sentido en que una vez que las lineas que él escribe dejan su lado y pasan a la tradición ya no son más de Borges escritor, ni de Borges transeunte sino que pasan a estar relacionadas con esa figura que se construye desde la propia obra, con la del autor. Quizás no podríamos decir esto con otros escritores, pero con Borges la figura de autor está quizás por encima de sus obras. Y la obra no representa ya o no dice nada sobre ese que escribe, el que pone la pluma entre sus manos para ensuciar el papel (quizás, a mis ojos, identificado con el transeunte) sino que representa en otro nivel, en el del autor, alejándose cada vez más de la persona real. Es por esto que para mí las obras dejan de ser de Borges (de "yo" me aventuro a decir) y comienzan a ser de Borges.

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  2. Mauro, mil gracias por tu participación. En efecto, en la clase apareció esa separación pero un poco distinta que la que planteás vos. Leímos "Borges" como el autor, por oposición a la persona en su intimidad; Borges como figura pública construida por otros, en los que el hombre no termina de reconocerse en su nombre. (Un poco en la línea de Foucault, "¿Qué es un autor?".) Para mí, hay una parte estremecedora, aquella en la que él admite que lo bueno ya no es de nadie, ni de Borges, sino del lenguaje o de la tradición (una vuelta de tuerca más que, como siempre, le da "Borges" -alguno de los dos- a las cosas.) Otra vez, gracias. Y un gran abrazo. Para los demás, cuento: Mauro fue alumno mío en la escuela hace muchos años y ahora está estudiando para convertirse en profesor de Lengua también.

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